Estos últimos días han sido una verdadera montaña rusa de emociones y cuestionamientos. Una semana donde la reflexión, largas caminatas nocturnas y la segunda temporada de Prison Break han consumido la mayoría de mis horas. Una semana en la cual tenía que tomar ciertas decisiones, como por ejemplo, el tema de este ensayo.
Hay diversos temas que llamaron mi atención para ser tratados aquí: mi afición al rock and roll, la cultura chicha en la actualidad, el arte urbano, la doble moral alrededor del sexo, etc. Para los que continúen leyendo esto se darán cuenta de que no pude llegar a una decisión final ya que mi cabeza está sumergida en un solo tema en este momento. Una persona en realidad.
Todos en algún momento nos topamos con una persona que nos mueve el piso y se vuelve protagonista de nuestros pensamientos sin importar cuanto luchemos por evitarlo. En esos momentos te sientes vulnerable, ansioso, estúpido y hasta logras encontrarle sentido a las famosas “chick flicks”, esas que sólo vez con tu flaca cuando quieres llevártela a la cama luego de una velada en el cine. Sí chicas, lamento informarles que nosotros odiamos las “chick flicks” y nos duele pagar un sol por ver esas películas cursis, llenas de escenas que, por más románticas que sean, no hacen más que distorsionar la realidad del amor y las relaciones en pareja.
Cuando uno se topa con esa persona, se pierde el miedo – aunque no del todo – al ridículo, a la cursilería y estás dispuesto a todo por conquistarla sin importar que tan cursi - esta palabra la van a ver hasta el cansancio en este texto - te veas. No importa si tienes que pasearte por Lima buscando el regalo perfecto: las flores más exóticas, el peluche más tierno, los chocolates más caros. Nada importa. Dejas de lado la economía, las actitudes machistas, el qué dirán. Todo. El único objetivo es robarle el corazón a esa persona que te lo robó hace mucho con sólo una mirada o una sonrisa. A fin de cuentas cuando el corazón despierta, el cerebro se duerme.
El jueves estuve con unos amigos en un conocido local barranquito intentando no pensar en nada más que pasar un rato divertido. Obviamente, mis amigos solteros y esquivos a la flecha de Cupido, fueron preparados y listos para convertirse en los galanes de la discoteca y cual colibrís, ir de flor en flor hasta que la noche o la seguridad de la discoteca den por terminada la jornada. Por supuesto, yo estaba de más en la figura, ya que mientras ellos preparaban a las presas con palabras “sinceras” y “románticas”, mostrándose como el chico perfecto, yo estaba disfrutando de la banda que tocaba esa noche, ignorando al resto y pensando “me gustaría estar acá con ella”. En este recorrido por los varios grupos de chicas, algunas mostraron interés en mí, arrastrándome a la pista de baile o tratando de captar sin éxito mi atención de una manera bastante obvia, y es que modestia aparte, soy una persona que puede considerarse atractiva. Como se pueden imaginar esto molestó a mis amigos que me conocieron en un momento de plena soltería, libre de culpa y cualquier sentimiento hacia otra persona. Tanto fue así que, como nunca, me fui temprano de una noche de juerga y terminé con una larga caminata por el malecón viendo el amanecer.
Eso gente, es lo que nos hace el amor. Nos hace ignorar la lógica, la sensatez y la objetividad, cambiándola por ímpetu, romanticismo, cursilería y todas esas huevadas que vuelven vulnerable hasta al más macho de machos y que nos vuelve blanco de burlas de la comunidad soltera. Esos que son los reyes de las discotecas y bares pero que jamás admiten que alguna vez se han enamorado porque enamorarse es de idiotas y sólo trae problemas además de confusión. En esto yo estoy de acuerdo: enamorarse es todo un mundo complejo lleno de confusión, ansiedad, ilusión y celos hasta de las situaciones más tontas. Y es que el amor no sólo trae consigo las emociones más sinceras y puras; también trae consigo dolor. Pero todo eso es lo que realmente nos da el significado de humanidad: el ser humano no es únicamente un conjunto de células, huesos y músculos, sino también un conjunto de sentimientos y emociones que nos hacen valorar cada segundo y experiencia, buena o mala, como una oportunidad para crecer.
En una época en la que las personas viven tan rápido que realmente no logran apreciar los momentos simples, las relaciones humanas se han desvalorizado y han pasado a un segundo plano por debajo de ganar dinero y llenarse de conocimientos y diplomas; y no es que yo esté en contra del aprendizaje ni de los conocimientos. No. En lo que no concuerdo es en que esto se vuelva una prioridad sobre la interacción con otras personas o de formar lazos afectivos y amorosos. El ser humano es por naturaleza social y necesita interactuar con otros seres humanos. Esa es una realidad de la que no de puede escapar. Las personas que dedican su vida al trabajo y a la formación profesional, dejando de lado las relaciones llegan a experimentar un vacío imposible de llenar con dinero, carros o lujos innecesarios. Una demostración de esta desvalorización de las relaciones es el famoso “choque y fuga”; una noche de locura sin pasión ni conexión o siquiera intercambio de nombres con la otra persona. Sólo un intercambio de cuerpos y “chau”. Una noche que satisface el deseo físico pero no la soledad. No digo que esta sea una solución a la que jamás he recurrido porque la nariz me crecería a tal punto que rompería la pantalla de mi compu; pero yo soy uno de los pocos especímenes que prefieren tener una conexión emocional, y sí, sin roche puedo decir que yo sí creo en el matrimonio. Y no me refiero al papeleo o a las municipalidades. Tampoco creo en los Ciprianis allá afuera ni en las iglesias; mucho menos creo en las ceremonias ostentosas donde la ilusión pasan a un segundo o tercer plano y es reemplazado por la pompa de la ceremonia que pasa a ser la verdadera ilusión. No. Yo creo en el compromiso. Yo creo en estar con esa persona en las buenas y en las malas, en los días soleados y en las noches de tormenta. En tener a alguien que, sin importar, va a estar ahí para alentarte en los momentos de triunfo y levantarte sin importar cuantas veces caigas.
Como siempre digo, una sonrisa no está completa si no hay alguien que sonría contigo. Sin roche digo que creo en el compromiso y no me importa parecer cursi ni demostrar lo que siento y pienso. La idea de que el hombre debe ser frío, distante y no demostrar lo que siente es un concepto que yo considero medieval. El verdadero hombre es alguien que tiene carácter, y eso implica no tener vergüenza de demostrar lo que siente y piensa sin importar a quién le duela y sin importar el qué dirán. El verdadero hombre es aquel que respeta a su prójimo y le tiende la mano a quien la necesite. Ser duro sin perder la compasión y ser dulce y tierno cuando es necesario.
Así pues, aún no logro encontrar el tema central de este ensayo, ni logro dar con la idea principal. Ni siquiera sé si tendrá alguna lógica para los que lean esto pero como dije antes el amor nos hace eso. Nos vuelve ilusos, románticos, idiotas – aunque pienso que ambas significan lo mismo -, y nos hace perder el sentido de la lógica y objetividad. Pensar con el corazón es lo más sincero sin duda, pero muchas veces trae consigo más interrogantes que soluciones.
En mi opinión buscar respuestas con el corazón es como lanzarse de un avión en paracaídas: los momentos previos están llenos de adrenalina, ansiedad, miedo, y sólo se tienen dos posibles resultados: el paracaídas se abre y aterrizas sano y salvo; el segundo, bueno... no es necesario mayor explicación. Y aunque yo ya me lancé del avión, simplemente espero salir airoso de la situación, esperando aterrizar con los pies y no con la cabeza.
Me parece estupendamente sincero de tu parte muy bien me gusto mucho la verdad no soy de leer cosas asi de largas pero esta vez le tome importancia y le preste mucha atención todo esta muy bien me gusto mucho FELICITACIONES !!!!!!
ResponderEliminarComparto tu punto de vista Sebastian, y gracias por invitarme a tu blog, ahora tengo otro razón para ir por ese caminito el cual algunos derivamos, y nos diferenciamos del resto de la burbuja social limeña, y, probablemente, de la mayoría de sociedades.
ResponderEliminar¡Muy bien, Sebastian! En clase te comentaré algunas cosas sobre tu ensayo. Pero eso sí, ehh, sigue escribiendo :D
ResponderEliminarSaludos.